El Maldito Internado Umbra Cap-2 Las Almas Ocultas

El Maldito Internado Umbra

Capitulo 2: Las Almas Ocultas

Anshar     y su camada se sintieron cómodos con su presencia, la sensación de seguridad que emanaba de aquel extraño hombre  le  hacía  seguirlo   sin  recelo.   Lycaón   levantó la cortina metálica que protegía su hogar,    era un sitio  repleto  de sorpresas, un enorme espacio,  donde algunos  muebles   se esparcen  desordenadamente por   doquier,  la personalidad  de  su reciente protector  era  un acertijo.  Los  pocos sofás  parecían    provenir de una tienda en Manhathan,  un cuadro enorme con una mujer muy bella  lucía como  punto de enfoque,  antes de llegar a unas enormes escaleras y  una cocina modular,  un paso  más allá  se encontraba el   pasillo  que  daba la bienvenida a un enorme estudio y una biblioteca,    próximo al   traspatio repleto de césped y plantas,    se  encontraba un lujoso baño,   la habitación principal  junto a su respectivo baño   se encontraba en  el segundo piso,   al lado  lo que parecía ser una habitación extra  destinada  a invitados  lucía una  espléndida decoración.  El dueño del lugar tenía  gustos sibaritas  al parecer.   Empezó a subir las   escaleras de metal,  el sonido de sus pasos  retumbaban  dentro del  enorme espacio,  la guió con gentileza a una habitación,  diciendo:

Si necesitas algo  avisame por favor,  suelo dormir poco durante la noche,  prefiero el día para descansar.

Ella asintió  con su cabeza.  El  ambiente era  auspicioso para descansar relajadamente,  sin siquiera quitarse la ropa se tumbó    cómodamente  en   el espacioso lecho.

Lycaón  bajó  despacio las escaleras,  dirigiéndose  al retrato, mientras le miraba absorto  pensaba en los acontecimientos  que hicieron que su amada perdiera su vida.  Dos transmigraciones  dieron paso a un sentimiento de pérdida  irreparable que ahora parecía  llegar a su fin.  Recordó  lo sucedido como si  fuera en el instante  actual. La batalla  inició cerca de la frontera  de Deeper,  un grupo de rebeldes atacaban de forma constante la zona causando   la muerte de cientos de inocentes,  su batallón  fue enviado para apaciguar    e intentar controlar la incipiente guerra.  Mermad  era  la reina  encargada de vigilar  la belicosa frontera, su cuerpo atlético  contrastaba con un rostro  de facciones bellas y sumamente delicadas,   Lycaón  la mantenía   a salvo,  sin embargo  esta vez no pudo lograrlo,  una enfermedad desconocida   consumía ambos bandos,  la fiebre y el vómito  sacudían cuerpos sin reparar lo fuerte o   sanos que  fuesen ,  manchas rojas  cubrían la piel de los enfermos antes de morir ,   la pesadumbre  se apoderó  de los campos de batalla,   su amada sucumbía al amanecer, junto a miles de personas contagiadas,  las piras funerarias    sembraban un paisaje desolador en las llanuras,  día y noche el fuego ardía quemando los cuerpos  fallecidos por  la mortal  enfermedad.  Unos cuantos lograron sobrevivir a  la debacle,   fue desolador para el   magnífico   general  esconder su dolor y  frustración al no poder proteger a su amada.  Ahora  después  de cientos de años los ojos de la chica y su  dulce aroma  le recordaban el de la mujer que amo con locura.  Lentamente  abrió la puerta del dormitorio para  observar   en silencio. Era  preciosa,  su dulce olor   colmaba la habitación,  sus largos cabellos  repletos de  hilos  color  plata ,  cual  un  marco  magistral para su rostro.  Suspiro con fuerza.  La protegería a toda costa sin importar  si  fuese catalogada por sus superiores como una  amenaza.

Daimón  intentaba hallarle por todos los medios,  reconocía sus errores,  le pediría perdón en cuanto la hallase.  Por ahora  sintió que sus bebés se hallaban a salvo,  eso le reconfortaba. De  una manera  súbita    una oleada de celos que le  hace  sentir molesto,  llegó hasta él  tanto su camada como su hembra  se sentían  cómodos frente a la  enigmática presencia.  De nuevo su  alma   fue  presa de sensaciones nunca antes  vividas.  Gruño  molesto.  Sus  garras hicieron su  aparición,  si alguien intentaba  apartarlos de su lado  sería destruido.

Para  Lycaón  era  agónico sentir la presencia de   Anshar  sin  poder expresarle  los sentimientos que  afloran  dentro de su ser.  Suplicó    que   aquella bella demonio  no fuese la   siguiente   reencarnación de su reina,  de lo contrario sería  una cruel broma del destino.  Cerró sus ojos  recordando   lo sucedido. Por  unos momentos  su  espíritu  recorría   de nuevo los  pasillos del palacio  de forma frenética,  los rebeldes  auspiciados por  el traidor hermano  intentaban derrocar a  Mermad,    dentro del salón del trono  su ejecución  fue ordenada,    cuando  pudo llegar  la espada  cortaba el cuello  de su   reina ,  solo  alcanzó a vengar  aquel atroz acontecimiento eliminando a todos y cada uno de los traidores ,  mirando  de nuevo como  la pira funeraria  elevaba sus cenizas al cielo, pidió con devoción a los dioses  que  le fuese  concedido  el privilegio de   amar  de nuevo.   Por    ello   esperó  pacientemente que   reencarnarse  , ahora al  mirar a   Anshar,  sabía sin lugar a dudas que ella era  la  Reina    Mermad. Su voz   fuerte y masculina  declaró su amor:

Mi pequeña golondrina, vuela alto
no olvides que te esperare toda una eternidad
la ausencia es un dolor  que   destroza por dentro
no importa cuanto intente reparar mi alma
me sumerjo en la oscuridad
solo esperando que tu luz llegue a mi 
sé que  lo lograré
confió en el destino
te he de encontrar de nuevo.

Lo  recitó mirando  hacia la habitación donde  Anshar dormía plácidamente.

Por primera vez, luego del acontecimiento de su  marca   la chica demonio  sintió  que   su descanso  sería preservado por el extraño  guardián  que vigilaba de cerca cada uno de sus movimientos.

Sus  sueños no   se vieron interrumpidos por los temores,    en ellos recorría los pasillos  de un  magnífico  palacio,  tras ella  varios sirvientes y un ama  cumplían todos y cada uno de sus deseos.  Al llegar al salón del trono   advirtió la presencia de su  amante , el gran    general Lycaón,  sus miradas  se encontraron,  el lenguaje  de la complicidad surgió en ellos  recordando  las noches de amor que compartían  en la habitación oculta del palacio.  Sonrió.  

Daimón  emitió  una furiosa  maldición,    su estado de ánimo no era el mejor,  tenía que encontrarla pronto y alejarla de aquel sortilegio    de   sueños  que  era lanzado a ella,  no permitiría  que nadie tomase lo que consideraba suyo.  Sus celos serían el norte a seguir para localizarla,  esa noche llamó  al Profesor Lucien,  un conocedor   de los sucesos que  durante miles de años  forjaron   el delicado equilibrio entre el cielo y el infierno,    el Príncipe  dijo  el   nombre que apareció  en su cabeza   a partir del momento    en que  ella huía,  Lycaón  era  el nombre que le perseguía en sus sueños.

Lucien    esbozó una mueca de ironía.  Sus pensamientos armaron pronto el rompecabezas.

 Esa  chica sin marca es la reencarnación de la antigua y poderosa reina  del  Cielo  Meridional,  asesinada por un hermano traidor y una secta  que   profetizaba   que  sería la Madre  de la Oscuridad.  De cierta  manera era  algo  gracioso, había  seguido    con detenimiento  el nacimiento de la chica sin marca,    sin mostrar   en lo más  mínimo el  poder que  ocultaba   dentro de ella,  la  difunta reina era reconocida por su habilidad  en manejar  el Círculo de los Sabios,    poderosa magia capaz  de doblegar mundos.

— Tengo noticias para ti  Señor,  le dijo  serenamente, y no son buenas.  Ella  es la reencarnación de la Reina   Mermad   puedo deducir el  porqué fue escogida  para ser la  Madre  de la  Camada  Imperial,  su  sangre  procede  de la mezcla de  dioses que se   formó durante la  Pacificación, la edad dorada  de los Mundos Celestial y  Demoniaco.

— La  Pacificación,   de   qué hablas,  estoy  algo confundido,  dijo el Príncipe.

— Si hubieses tomado tus clases de historia como era debido   en lugar de andar  repartiendo amor  a cada chica  demonio  que se presentaba ante ti, lo sabrías con certeza.  Te lo  explicaré  de forma  simple.

 Cielo e infierno fueron uno solo,  sin limites,  sin batallas, nacidos    todos del  poder del Alma Universal, un ying y yang  necesarios  dentro de la formación del Mundo Cósmico,  el Dios Pacificador era inflexible, no permitiendo rebelión alguna entre las facciones,  pero   la certeza no existe,  la guerra el amor y la pasión se abrieron paso,  y fueron   más destructores que  la rivalidad en  sí  misma .   Las luchas  entre  familias,  amantes,   junto a alianzas y enemistad  de poderosos  reyes  fue    desastrosa,    nada pareció   sobrevivir a ese entorno, a excepción  del rencor   y    los  malentendidos.  Una vez  colocada la línea  divisoria no hubo marcha atrás,  los aliados y amantes debieron  retroceder , conminados por la  fuerza o la muerte.   Nuestra reina  amó  a un   ser  proveniente de la Oscuridad, un  demonio lobo,  su hermano mayor se enteró,  el castigo fue su muerte.  Su amante  decidió  convertirse en sirviente del Reino Celestial con la esperanza de  encontrarse con la reencarnación de su  reina,  y la ha encontrado, ella es la   simple y estigmatizada chica que nació sin   marca alguna dentro de tu clan.  Puedes  darte cuenta de los designios  del Gran Alma Universal?

— Por supuesto   que logró entenderlo, no me subestimes, aclaró  Daimon,  una antigua reina del plano celestial convertida en el  contenedor de las más poderosas  fuerzas  demoniacas   que  arribarán    a nuestro mundo.  Su rostro mostró  un  rictus de ironía.  Quién  podría pensar  que  aquella chica que recibía  el tratamiento  de    apartheid  dentro de aquel prestigioso  internado  de  demonios   podría   pertenecer a la realeza y ahora llevar en sus entrañas  la más poderosa  camada  que daría pie a una nueva era   dentro del   mundo oscuro? Si   Anshar era la  reencarnación de la  reina,  él podría convertirla en su esposa,  su línea real  no tendría ningún demérito   frente   a la corte del Palacio Imperial  de las Tinieblas.

 Suspiró  mirando  el atardecer   desde su habitación,  podría  uno de su  propia raza  tener la  osadía  de enfrentarse  a él  por   aquella preciosa jóven,  de pronto una  idea  rondó su  cabeza,  el engendro  sin duda quería a su reina,  pero la camada no   sería imprescindible, incluso podría deshacerse de ellos al nacer,  su instinto de protección se  acrecentaba  de nuevo,  debía encontrarles y pronto.El simple hecho de pensar que algo malo  pudiese ocurrir y dañar a sus bebés y su  mujer perturba su mente de forma constante.

Anshar  sentía los primeros movimientos   de su camada,    su corazón    se entrega a una sensación   nunca antes  experimentada,     sus hijos enviaban un mensaje a ella y a los Mundos  Primordiales,   su presencia era innegable,  una   nueva      era   tomaría  el   sitial  para que  aquellos  Príncipes  reinasen  sin  obstáculos.

Daimon   percibió  el leve llamado  de sus crías,   le reconocían como padre,  logró  observar  el sitio  en que se hallaban,  la apariencia adusta del viejo edificio, sus calles,  e incluso el rostro de su   reciente  enemigo.    Una   conexión  sin límites, la  camada transmitía a su padre  sus  sentimientos,  su  entorno, compartía una línea directa  con ellos,  sonrió  con satisfacción, pronto les hallaría.    Sorprendido por  la capacidad de sus chicos , intuyó que a pesar de estar tan pequeños sus poderes  avanzaban de manera sorprendente.

Los fuertes golpes  y la voz de Daimon reclamando  a   Anshar  fueron el presagio de la batalla que  vendría,   Lycaón  abrió la  puerta metálica que protegía su hogar, el Príncipe  ingresó violentamente,  tomándolo del cuello.

— Cómo te  atreves    siquiera a mirarla?  Me pertenece,  es la  hembra que  lleva mi  camada,  y  lo lanzó  con descomunal fuerza contra la pared,  el  engendro  tomó  su  forma  atávica.   Su cuerpo enorme y las garras filosas dieron paso a un  hocico dentado de lobo que mostraba   toda su fiereza,  Daimón no  se quedó atrás,  sus   tenebrosas alas  y  su  forma de bestia infernal  tomaron el lugar del  joven   adolescente  del cual no quedaba rastros,  el combate levantaba polvo en las paredes de ladrillo, producto de la intensa lucha,  dos  seres  nacidos dentro del caos de los mundo   en un   ab initio  que  afirmaba    su presencia  desde tiempos inmemoriales,  sombras del mal que    ahora  declaran   ante   el mundo su   abominable presencia.  Los vecinos  salieron asustados,  muchos pensando que se trataba de un temblor,  los combatientes  ignoraban su entorno,  Anshar fue quien   les advirtió  del peligro de hacer notar su presencia    entre los humanos.  Ambos   se miraron con ira contenida,  la  joven tenía razón,  sus  cuerpos  regresaron a su  estado  junto  a las heridas que ambos se habían infringido.

  Anshar buscó  el botiquín de primeros auxilios,    vendando las heridas de ambos, se sintió cohibida al mirar  el daño  que ambos recibieron,  sin lugar a dudas contendientes poderosos, capaces de destruirse sin miramientos.  De pronto Lycaón   logró percibir  una peligrosa presencia,  un grupo de Antiguos Demonios se   aproximaba,  Daimón    se hallaba  en  alerta.  El grupo no se acercaba solo,    cambiones    rebeldes conocidos  como la   Mano de  la Justicia estaban junto  a ellos.  Reconocían de antemano lo que buscaban,  observaron  con preocupación  a Anshar,  temían que al estar luchando contra ellos   alguno pudiera acercarse   y hacerle daño,  sobre todo  temían a los Antiguos Demonios,  duchos en el arte de la magia negra y encantamientos mortales.

— Hora de una tregua, debemos retirarnos,  desconozco   sus planes.  Replicó preocupado Daimón.

— Abriré un portal,  decide tú lobo  dónde iremos.

— El sitio más seguro  es el Bosque de la lluvia, tengo amigos allí,  al menos podremos ocultarnos por un tiempo,  eso pondrá a los bebés a salvo,  hasta que logren  manejar  los  Poderes Supremos. Contestó  Lycaón.Daimon unió sus manos,  invocaciones   en el   ancestral  lenguaje de los  Reyes Oscuros emergieron de sus labios,  ante el llamado  Anshar tomó con fuerza su vientre,  los pequeños responden   a la voz de sus   ancestros .  El portal fue  abierto, los  tres lograron ingresar momentos antes del ataque del grupo  dispuesto a todo,  no importaba si  la chica sobrevivía o no,  la energía derivada de la  camada era su objetivo.

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